(Madrid, 1891-Boston, 1951) Poeta español. Cursó las carreras de derecho y de filosofía y letras. En 1917 se doctoró en letras y al año siguiente obtuvo la cátedra de lengua y literatura españolas en la Universidad de Sevilla, de la que más tarde pasó a la de Murcia.
Fundó la Universidad Internacional de Santander (1933) y ejerció como lector de español en la Sorbona (1914-1917) y en la Universidad de Cambridge (1922-1923). Exiliado en EE UU desde 1936, fue profesor de literatura en las universidades de Wellesley y de Baltimore.
Miembro destacado de la generación del 27, desde su primer poemario, Presagios (1923), forjó su peculiar modalidad de poesía emocional, tamizada por cierto intelectualismo. Entre 1929 y 1936 publicó los cuatro libros esenciales de su obra poética: Seguro azar (1929), Fábula y signo (1931), La voz a ti debida (1934) y Razón de amor (1936).
Con posterioridad publicó El contemplado (1946) y Todo más claro (1949). Es autor de narraciones (Víspera del gozo, 1926; El desnudo impecable, 1951), obras teatrales, estudios literarios (Jorge Manrique o tradición y originalidad, 1947; La poesía de Rubén Darío, 1947; Ensayos de literatura hispánica, 1958) y traducciones (M. Proust y H. de Montherlant).
El contemplado
Tema.
De mirarte tanto y tanto,
del horizonte a la arena,
despacio,
del caracol al celaje,
brillo a brillo, pasmo a pasmo,
te he dado nombre: los ojos
te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
soñando que te miraba,
al abrigo de los párpados
maduró, sin yo saberlo,
este nombre tan redondo
que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
de la tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
en el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
desde el día
que mis ojos te estrenaron,
el Contemplado, el constante
Contemplado!
(De El Contemplado.)
El poema
" Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquellos , los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro. "
(De Todo más claro y otros poemas)
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